Nerviosa, asustada, sola, tendida sobre esta fria cama blanca, mirando por la ventana odiandome por no encontrar un solo rasgo de dolor, pena o arrepentimiento. Escarbando en mi corazon en busca de aquello que las mujeres normales sienten despues de llevarte de la mano por frio patibulo de nuestra despedida, asi en sueños me despedi de ti rogando que algun dia vuelvas a este cruel mundo acomodado en una cuna de nubes.
Desperte y el verdugo sonreia mostrando sus dientes de oro, mientras que su esposa trabajaba quitando los restos, de este fatidico pacto de silencio, en un pais en donde quienes niegan su existencia son los mismos quienes a oscuras financiaron nuestra despedida.